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Madrid, 4 de mayo

Actualizado: 31 mar 2021



¿Cómo puede nadie votar a Isabel Díaz Ayuso?


Siento ser tan directo. Soy consciente de que en estos tiempos está muy mal visto mostrar los colores políticos. También soy consciente de que nadie ha pedido mi opinión. Pero eso no significa que tenga que permanecer ciego, sordo y mudo.


El próximo 4 de mayo hay elecciones en la Comunidad de Madrid. Nos jugamos muchísimo y me sorprende la apatía de mis amigos.


Cuando la gente califica a Díaz Ayuso de loca no lo hace como un insulto cruel e inmotivado. Es cierto que en España somos muy dados a esa práctica, como demuestra apodar Pepe Botella a un hombre abstemio. Pero la demencia es la única conclusión lógica que puede sacar un ciudadano al oír las peroratas de nuestra presidenta.


En una entrevista con Onda Cero, afirmó que la D de COVID-19 era por el mes de diciembre. Cuando hace poco se la preguntó por su ideología, señaló que se consideraba conservadora para quien quiere conservar. También fue sonoro cuando en horario de máxima audiencia dijo descaradamente que el fascismo era estar del lado bueno de la historia. Estas entrevistas han conseguido que Mariano Rajoy parezca Góngora.


Antes de ser candidata a la Comunidad, Ayuso ya era bien conocida dentro y fuera del PP por sus mentiras.


A finales de 2018 se refirió a la supuesta discriminación que sufren los castellanohablantes en Cataluña con la frase los niños no pueden hacer pis si lo piden en español. Esto, evidentemente, es pura invención.


En 2019 dijo: San Sebastián de los Reyes es ejemplo de lo que es un gobierno del PSOE: paro, inseguridad, insalubridad y servicios públicos deteriorados. El hecho es que San Sebastián de los Reyes había reducido el desempleo en 318 personas desde 2017 y el índice de criminalidad en un 8%.


Cuando se hablaba del máster fantasma de Pablo Casado, Isabel Díaz Ayuso quiso igualar al líder de su partido con Pedro Sánchez, indicando que la tesis doctoral de este último no aparecía en la base de datos TESEO. El problema es que dicha tesis sí está en el buscador, algo tremendamente fácil de comprobar para cualquiera.


En campaña electoral su prosa se volvió aún más incoherente.


Una de sus propuestas más sonadas fue considerar al concebido no nacido como un miembro más de la unidad familiar, de manera que se tuviera en cuenta para expedir el título de familia numerosa o solicitar plaza escolar.


Ante la pregunta obvia de que ocurriría si el embarazo no llegaba a bien término, ella contestó: no lo he pensado. No lo tengo claro.


Poco después defendió los atascos: era parte de la vida de Madrid. Si sigue Podemos en el Ayuntamiento de Madrid no va a haber atascos, más que, eso sí, por el día porque esos están por todas partes.


También tuvo la indecencia de hablar del empleo basura: yo prefiero un empleo a que no haya empleo. Cuando empiezan a hablar de empleo basura me parece que es ofensivo para la persona que está, a lo mejor, deseando tener ese empleo basura. Es curioso cómo la gente que jamás ha tenido problemas económicos es la que defiende más fervientemente lo fácil que es vivir con el salario mínimo.


Incapaz de entender el estupor que provocaban estas declaraciones, Ayuso sostuvo que los ataques que recibía se debían (como no) al hecho de ser mujer, intentando sacar rédito de un movimiento feminista que desprecia abiertamente: la polémica que se está suscitando en los medios le puedo asegurar que no le ocurre a cualquier otro candidato hombre en esta campaña. Todo lo que digo yo siempre es cuestionado, da igual del tema que hable, dónde hable, que ya se encargan muchos periodistas de extraer lo conveniente para hacer activismo político y no periodismo.


Hablamos de una persona ignorante, ambiciosa, de mirada perdida, discurso populista y cuyo empleo más destacado es haber llevado la cuenta de twitter de un perro.


Y, aun con todo, ganó las elecciones.


No quedó en primer lugar (el PSOE de Ángel Gabilondo le sacaba una diferencia de 7 diputados) pero el hecho es que la derecha logró sumar, apoyada por Ciudadanos y Vox.


Hasta este momento me he centrado mucho en las palabras de Ayuso. Pero merece la pena hablar de sus actos como presidenta.


Madrid se ha convertido en el epicentro de la pandemia, y los recortes que durante años ha sufrido la sanidad pública han agravado sus consecuencias (lo que queda patente en la falta de médicos en la Atención Primaria).


Para septiembre de 2020 la incidencia acumulada había superado los 600 casos por 100.000 habitantes (según datos del ECDC). Madrid se ha convertido en la región española más afectada por la enfermedad y una de las más afectadas a nivel europeo. No se ha cumplido ni con el número de rastreadores recomendados ni con el número de PCR necesarias. La gestión de la crisis en toda Europa ha sido nefasta, pero no conviene engañarse: miles de personas han muerto a causa de las decisiones de nuestra presidenta.


La Comunidad de Madrid fue de las últimas en establecer la obligatoriedad de la mascarilla, y tampoco se tomó ninguna medida para evitar las aglomeraciones en el Metro (causa principal del aumento de los contagios).


Recordemos que la negativa del PP a extender el estado de alarma provocó que entráramos en la mal llamada nueva normalidad antes de tiempo. Recordemos también que el ejecutivo de Ayuso fue uno de los que más presionó para levantar las restricciones antes de la llegada del verano.


¿Y que hay del infame acuerdo con Telepizza? Durante meses, miles de niños vulnerables contaron con un menú a base de comida basura. Canarias ofreció varias toneladas de plátanos de forma gratuita. Esto entorpecía el negocio, así que se pudrieron en un almacén.


Pero nada puede equipararse a la matanza que ha tenido lugar en las residencias de ancianos.


Según datos de la propia Comunidad, más de 6.000 ancianos han muerto en geriátricos, bien por COVID o bien con síntomas compatibles con la enfermedad. Esto es más del 11% de los ancianos que estaban en residencias madrileños. De todos los fallecidos, a más de 4.700 no se les hizo ninguna prueba.


La falta de sanitarios se vio agravada por la construcción del hospital de Ifema, que requirió de buena parte del personal que debía encargarse de medicalizar las residencias. Nadie pensó en llevar a cabo nuevas contrataciones.


Se acabó acudiendo a una empresa privada, Transamed. Dicha empresa consistía básicamente en una pequeña flota de ambulancias, y no estaba preparada en absoluto para semejante tarea. Su gerente, Eduardo Aragonés, declaró que alguien decidió que los mayores de Madrid se quedaran en las residencias. Muy llamativo ese alguien. De todas formas, no podemos excusar del todo al señor Aragonés. Hoy sabemos que contó con varios sanitarios que trabajaban sin contrato.


También fue un problema el traslado de los cuerpos. Esto quiere decir que, durante meses, cientos de ancianos tuvieron que dormir junto a cadáveres. La presidenta también se negó a dejar entrar en Madrid a la UME (unidad militar de emergencias). Sin embargo, el consejero de Políticas Sociales (Alberto Reyero, de Ciudadanos) decidió ignorar a Ayuso.


Y si medicalizar las residencias era tan increíblemente complicado, ¿por qué no se trasladaron los ancianos a los hospitales? ¿Quién dio la orden? Hay informaciones contradictorias al respecto pero, según fuentes de El País, la Comunidad de Madrid emitió unos protocolos de actuación francamente aterradores.


Se procederá a derivar al hospital a los pacientes que NO tengan las siguientes características, serían CRITERIOS DE EXCLUSIÓN:

-Pacientes en situación de final de vida subsidiarios de cuidados paliativos.

-Pacientes con criterios de terminalidad oncológica, de enfermedades de órgano avanzadas.

-Pacientes con criterios de de terminalidad neurodegenerativa.


Las declaraciones de Carlos Mur exdirector general de coordinación sociosanitaria, parecen confirmar estos datos. El consejero de Sanidad Enrique Ruiz Escudero ha intentado defender su labor y la de Ayuso, pero ni siquiera él ha podido negar la existencia de los protocolos: el documento al que usted se refiere y que ha aparecido en algunos medios de comunicación era un borrador de los hasta seis borradores que se elaboraron, enviado por error a principios de marzo a los centros sociosanitarios.


Escudero, por cierto será número 2 en las listas del PP en las próximas elecciones de mayo.


Impotentes ante este horror, 200 familias se han querellado contra los dirigentes de la Comunidad. Pero un proceso judicial de estas características es largo, complejo y muy doloroso, y no estoy convencido de que se haga justicia.


En una campaña de difamación sin precedentes, la derecha culpó de la carnicería al ex vicepresidente Pablo Iglesias. Esto es una mentira monstruosa y fácilmente comprobable. Las competencias relativas a la sanidad y las residencias están transferidas a las comunidades desde hace años.


Y, en el peor momento de la crisis, ¿dónde estaba Ayuso?


En una suite de 247 metros cuadrados con vistas al Palacio Real. Pagando lo que costaría la estancia en una habitación tres veces más pequeña. Más tarde se supo que la Comunidad había adjudicado al dueño del hotel un contrato por valor de 560.000 euros pero en el último momento tuvo que echarse atrás y decir que todo había sido un error. Las acciones de la élite política madrileña son no solo inmorales sino que, en muchos casos, rozan la ilegalidad.


Más tarde, sufrimos el temporal Filomena, que cerró las carreteras y cubrió Madrid de medio metro de nieve. La actuación de la Comunidad fue prácticamente nula y, una vez más, la UME tuvo que intervenir.


Entretanto, y con el Ifema convirtiéndose de nuevo en un recinto ferial. Isabel Díaz Ayuso emprendió su proyecto más ambicioso: la construcción del Hospital de Emergencias Isabel Zendal. El coste de la operación fue cercano a los 100 millones de euros. Todos sabemos lo desastroso del resultado.


Aún en diciembre se carecía de quirófanos, urgencias o laboratorio, y las analíticas debían mandarse a La Paz. En los últimos meses algunos de estos problemas se han solucionado, pero las instalaciones siguen estando muy por debajo de los estándares de un país europeo.


Según una enfermera: la calidad asistencial deja mucho que desear. Faltan protocolos, procedimientos, conocimientos, organización y personas al mando que hayan organizado todo esto. Es un caos. Siempre falta material. Cuando no son guantes es alcohol o pijamas para los pacientes. Y las basuras son enanas, por lo que se ha tenido que improvisar con cajas de cartón.


Habrá quien se pregunte que por qué construir mal y a toda prisa un hospital que, careciendo de personal, debe depredar de otros centros que ya se encuentran al límite de sus capacidades. La respuesta es muy simple: para pagar favores a los amigos de las constructoras.


Tampoco quiero olvidar las repugnantes acusaciones de sabotaje vertidas por el PP de Madrid, criminalizando a los mismos sanitarios que están dando su vida. La cosa ha quedado en nada, pero la intención de callar las voces críticas resulta evidente. ¿Se puede ser más miserable?


Entretanto se promueve la llegada del peor turismo imaginable, en la falsa creencia de que eso salvará nuestra economía. Nosotros tenemos prohibido movernos por el territorio nacional pero los extranjeros, si son ricos, pueden ir y venir, y contagiar todo cuanto quieran. Una política servil, ridícula y contraproducente, que nos va a traer suciedad en las calles y una cuarta ola repleta de muertos.


Otra decisión sonada de Isabel Díaz Ayuso ha sido la negativa de recuperar los 2.935 pisos sociales vendidos a Azora-Goldman Sachs. Que la justicia lo ordenase a principios de febrero no parece importante.


Las viviendas sociales fueron vendidas en tiempos de Ana Botella por un precio muy inferior al de mercado y han sido objeto de una batalla legal que ha durado años. El juez ha dado al Gobierno de la Comunidad un plazo de diez días para iniciar el trámite para recuperar los pisos, pero Ayuso se ha mostrado reacia, según ella por la enorme complejidad y volumen de la operación y el coste de los trámites registrales.


Aquí las decisiones judiciales solo se acatan cuando no enfurecen al Dios dinero.


La herencia de nuestra presidenta se resume, por tanto, en 0 viviendas sociales construidas y varios miles en manos de los fondos buitre. No es sorprendente, pero la costumbre nunca debería extinguir la indignación.


Mientras tanto, la amenaza de la extrema derecha es cada vez más cercana.


Ayuso ha declarado en numerosas ocasiones que, aunque querría alcanzar la mayoría absoluta, no tendría ningún problema en gobernar con VOX.


Un partido con multitud de cargos provenientes de formaciones ultras, xenófobas y antidemocráticas. Muchos de ellos han estado involucrados en toda clase de delitos violentos. Todos los días realizan alguna declaración abiertamente homófoba o racista. Algunos son antiguos líderes de grupos neonazis.


En marzo de 2019 VOX fichó a dos militares que habían firmado un manifiesto de exaltación a Francisco Franco. En julio del mismo año, el partido pidió a la Comunidad de Madrid los nombres de las personas que impartían talleres LGBTI.


En los últimos meses han puesto en marcha una campaña muy importante de criminalización de los MENAS (jóvenes inmigrantes en su mayoría huérfanos). No existe el menor atisbo de empatía en esta gente. No hay en ellos ninguna decencia ni caridad cristiana.


Cuando se habla de fascismo en Madrid no se está exagerando en absoluto.


El 10 octubre de 2020 la estatua de Francisco Largo Caballero de Nuevos Ministerios apareció vandalizada. Poco después, Macarena Olona se fotografió en el lugar con una gran sonrisa y llevando una bandera rojigualda a modo de capa.


El 14 febrero de este año, varios grupos de ultraderecha se unieron en un homenaje a la División Azul. Portaban signos abiertamente nazis y cantaban consignas repletas de odio. Una muchacha se subió al estrado y dio un discurso confuso y deslavazado, donde decía que los judíos son la causa de todos los males. Esto resulta patético a muchos niveles (intuyo que lo más cerca que esa descerebrada ha estado de un judío es viendo una película de Ben Stiller). Por supuesto, los medios de comunicación se enamoraron de la joven y hoy sabemos su nombre, sus estudios y hasta sus aficiones.


A mediados de marzo, el monumento a las brigadas internacionales de Vicálvaro apareció cubierto de esvásticas. Poco después, grupos fascistas han celebrado la caída de Madrid cerca del Arco de la Victoria.


Estas cosas están pasando. Y no es casualidad.


VOX pone Polonia como ejemplo de buen gobierno. Quién no sepa lo que ocurre en Polonia está a un clic de ratón de averiguarlo.


Hablamos de un partido antieuropeo, que muestra un manifiesto desprecio a los principios rectores de nuestra Constitución. Su participación en la vida política crea un clima de odio del cual va a ser muy difícil librarse.


El fascismo no es una opción política, del mismo modo que conducir a la contra por una autopista no es un atajo. El fascismo es la muerte de la libertad.


Lo que me recuerda el eslogan de campaña de Ayuso: comunismo o libertad.


¿La libertad de quién si puede saberse?


Desde luego no la libertad del colectivo LGBTI, cuyos derechos han sido conquistados a base de encontronazos constantes con la derecha. Ni la libertad de los que piden una muerte digna cuando ya no puedan soportar el sufrimiento. Ni la libertad de cómicos o artistas. Ni siquiera la libertad de una pareja de clase media para escoger un piso asequible cerca del centro. No, por supuesto que no. Ese eslogan se refiere a la libertad de arrojar enanos contra una diana como hacían los psicópatas de El lobo de Wall Street.


Decía Iñaki Gabilondo hace tan solo unas semanas: ¿Se han dado cuenta de que estamos observando el peligro que puede constituir la amenaza del socialcomunismo y todos los elementos de inestabilidad de los últimos tiempos proceden del otro rincón? Crack de 2008, a los magnates de Wall Street, al Brexit (con el partido conservador de David Cameron), al follón de EEUU que ha llegado hasta el asalto del Capitolio (con el partido republicano)... y ahora el lío con la salsa que tiene aquí montada con el tripartito de Colón, y todos mirando. Estamos mirando “¡cuidado que nos viene el lobo!” mientras tanto nos come el tigre.


No subrayo este análisis por brillante, sino por obvio. Todavía me sorprende que estas cosas sean objeto de debate. Los hechos son los hechos.


A base de criticarla a Díaz Ayuso es fácil olvidar el partido al que pertenece. No quiero personalizar todos los problemas de la ciudad en una única mujer, como si fuera un genio maligno omnipotente.


El PP es el partido político más corrupto de Europa, y ha sido considerado por el juez Eloy Velasco como una organización criminal. Su sede está pagada con dinero negro. Llevan financiando ilegalmente sus campañas electorales desde hace más de 30 años. Todos sus tesoreros han acabado en el banquillo. Rodrigo Rato, artífice del milagro económico español se encuentra hoy en libertad condicional. En Murcia han robado vacunas y después han anunciado orgullosamente en rueda de prensa como compran trásfugas. Acuamed, Aerocas, el caso Auditorio, el caso Bon Sosec, Brugal, el Campus de la Justicia, el caso Castor, Gürtel, Púnica…


¡Y ojalá esta gente se dedicara únicamente a delinquir! Porque cuando el Partido Popular hace política tenemos cosas como la ley mordaza, la destrucción de la educación pública, la amnistía fiscal, la reforma laboral de 2012, e incluso un ademán de retroceder en las leyes de interrupción al embarazo (algo que afortunadamente no se produjo gracias a la presión social).


Cuando se habla de corrupción, la crítica suele abarcar a todo el congreso, dando la sensación de que estamos gobernados por una jauría de hienas y buitres. Pero seamos serios: ¿quién ha votado a favor de las ayudas directas y quién estaba en contra? ¿Quién intentó boicotear el dinero de Europa? ¿Quién ha puesto trabas a las medidas sanitarias? ¿Quién estuvo en contra de los ERTE?


Y, volviendo a Madrid, ¿quién ha convocado elecciones?


Cuando la situación es indefendible se culpa a los políticos, en general. Un insulto en el pleno del Congreso es un encontronazo, dando a entender que ambas partes tienen la culpa.


A los medios de comunicación les encanta señalar las mentiras y errores de los partidos políticos, pero siempre compensando una información con otra, dando una falsa sensación de equivalencia. El famoso todos son iguales. Esto no es imparcialidad, es, directamente, mentira.


Uno podría señalar a los grandes poderes económicos que pagan las facturas, pero no es mi intención analizar aquí la corrupción mediática. Me interesa más analizar por qué una población supuestamente libre y bien informada escoge a líderes que no dudarían en tirar una bomba sobre la ciudad si con eso ganasen un billete de veinte euros. Vivimos en una época en la que cualquier persona con internet puede contrastar fácilmente un titular. ¿No convierte eso al engañado en cómplice del mentiroso?


Y, cuando creo que mi indignación no puede crecer más, entonces abro el periódico y leo un artículo de Girauta en el que defiende a Ayuso con la siguiente majadería: hay belleza en una faena perfecta en la rueda de prensa, hay belleza en la respuesta parlamentaria y, por supuesto, hay belleza en la belleza. ¿Cómo puede nadie publicar algo así sin sentir una profunda vergüenza ajena? ¿Se puede ser más vacuo, más servil, más ridículo?


No todos los políticos son iguales. Hay unos mucho peores que otros.


En las elecciones del próximo 4 de mayo, Ayuso es la peor opción posible. Este es un asunto de sentido común.


Muy pocas veces en la vida tenemos la posibilidad de participar en las grandes decisiones, de aportar algo para que las cosas cambien a mejor o que, al menos, no se precipiten al abismo. Muy pocas veces en la vida podemos hacer uso de nuestra ínfima cuota de poder. Esta es una de esas veces. Una oportunidad para cambiar el rumbo de la historia y limpiar las instituciones de porquería.


Creo que la situación es muy seria, y creo que nuestro deber es reaccionar.


Al principio de este artículo he hecho una pregunta, no con ironía ni prepotencia, sino con sincera perplejidad. Y, tras reflexionarlo durante muchos días, sigo sin encontrar respuesta.


¿Cómo puede nadie votar a Isabel Díaz Ayuso?

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Rafael Muriel
Rafael Muriel
31 mar 2021

Ayuso es nuestro Trump

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