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El hombre que ríe

Actualizado: 8 oct 2019



El sábado pasado vi "Joker", la última película de Warner Bros inspirada en el universo de Batman creado por Bob Kane y Bill Finger. He querido que pasaran unos cuantos días antes de escribir una crítica. Para madurar mi opinión. Considerando que el filme se estrena en pantallas de todo el mundo mañana mismo, me parece un buen momento para publicar este artículo.


La verdad es que tengo ideas muy contradictorias respecto a este filme y no sé si seré capaz de ordenarlas todas en un texto conciso y bien estructurado. Eso ya queda a vuestro juicio.


Por supuesto, el artículo destripa escenas y elementos argumentales clave. Sería imposible un análisis mínimamente serio sin mencionar las cosas que hacen este largometraje diferente a tantos otros.

 

En primer lugar, debería decir que no he disfrutado mucho la película, al menos en un primer visionado. Lo cual no significa, en absoluto, que me parezca mala, ni en el plano puramente técnico, ni en el interpretativo, ni en el de guión. En absoluto. Uno puede disfrutar de malas películas y sentirse incómodo con películas rematadamente buenas. Pero, si nos interesa el cine, es importante saber distinguir lo que es cada cosa.


La historia usa como base las películas de Martin Scorsese de finales de los 70 y principios de los 80. También está inspirada en "La broma asesina" de Alan Moore y tiene algún retazo del "Dark Knight Returns" de Frank Miller. Si uno conoce todas estas referencias, es fácil intuir exactamente lo que va a ocurrir a cada minuto. ¿Es eso malo? No necesariamente.


No negaré que he sentido cierta decepción por la falta de sorpresas. Sobre todo porque, en más de una ocasión, creo que se ha optado por la ruta más convencional. En el propio "Dark Knight Returns", sin ir más lejos, el Joker mata a todo el público que asiste a su entrevista televisiva. En la película, solo muere el presentador. En ese sentido, veo un retroceso, cierta falta de valentía.


Sin embargo, el guión hace un esfuerzo notable en construir al personaje en cada escena y crear un camino que merece la pena seguir. No es episódico, ni más lento de la cuenta. Cada escena viene de la anterior y nos lleva a la siguiente. Esto es muy fácil de decir en una clase de Comunicación Audiovisual pero muy difícil de llevar a la práctica.


Por ejemplo, tomemos la escena inicial, en la que Arthur, disfrazado como un payaso, es golpeado por unos adolescentes. La cosa podía haberse quedado ahí. Podía haber sido, sencillamente, un ejemplo de lo miserable que es su vida. Pero lo cierto es que la paliza tiene consecuencias. El jefe critica a Arthur por haber perdido el cartel. Y esto provoca que el protagonista se haga con una pistola casi "chejoviana" que será fundamental más tarde.


La subtrama en la que Penny Fleck revela a su hijo que es el heredero de la fortuna Wayne podía haber sido un penoso intento de convertir a Batman y a su archienemigo en hermanos. Pero el argumento juega con el valor emocional de esta información y hace que la sorpresa sea precisamente lo contrario: Arthur no es nadie y su madre está loca. Esto provoca que el protagonista toque fondo, en un momento de crisis que haría a Robert McKee sentirse orgulloso.

La aparición del propio Joker es una consecuencia de todo lo que hemos visto antes. El payaso solo tiene unos pocos minutos de metraje, porque la intención de la película es hacernos experimentar el viaje previo y no regodearse en lo que ya conocemos.


Pero entonces, ¿que hay del villano de los tebeos? Tristemente debo decir que no le he visto por ningún sitio, ni siquiera cuando lleva puesto el maquillaje.


En los primeros minutos del filme, puedo reconocer en Arthur Fleck un posible germen de lo que luego será el Joker (llamado en esta ocasión "Joker" a secas, quizás para diferenciarse de versiones previas). Pero, a medida que pasan los minutos, me resultaba más y más difícil encontrar al personaje, aunque, físicamente, adoptara algunos de sus elementos estéticos y manierismos.


Joker es un villano clásico que puede reinterpretarse de muchas formas y, aun con todo, ser reconocible. Pero en todas sus encarnaciones tiene tres características básicas: es un criminal, es gracioso y es extremadamente inteligente. Puedes rebajar una de esas tres características, pero no anularla por completo. Jack Nicholson contaba con las tres cosas. Heath Ledger también, aunque su alquimia interpretativa fuera muy distinta. En los 60, el Joker no era extremadamente inteligente, pero tampoco un idiota. Y sí, era un criminal, aunque los crímenes que cometiera fueran tan absurdos como robar caramelos. A finales de los 80 y principios de los 90, el villano se convirtió en una especie de monstruo infame, pero, aun con todo, lograba ser gracioso, aunque solo fuera por sus gruesos brochazos de humor negro.


Arthur Fleck no es ni gracioso ni inteligente. Es decir, se ha extirpado del personaje aquellos elementos que le hacían atractivo.


Por otro lado, tampoco reconocí a mi villano favorito en ese gangster ridículo que interpretaba Jared Leto... así que no hemos perdido gran cosa. De hecho, es innegable que si hoy podemos disfrutar de una película tan arriesgada es, precisamente, porque el personaje que aparecía en "Escuadrón Suicida" no convenció a casi nadie.


En términos estéticos, siempre he pensado que estaba bien que el Joker no pudiera ser otra cosa más que el Joker. Su cara es blanca y su pelo es verde. Incluso la versión de Ledger tiene dos horribles cicatrices muy difíciles de ocultar y solo aparece sin el maquillaje en un único plano (cuando está disfrazado de policía). Pero, en este caso concreto, estaba dispuesto a aceptar a un loco disfrazado (no me gusta mucho el punto rojo en la nariz, pero algo había que hacer para diferenciar a este Joker de todos los anteriores). Mis problemas con la adaptación son otros.


Quiero aclarar que no estoy criticando ni el trabajo de dirección ni la magnífica actuación de Joaquin Phoenix. Como he dicho al principio del texto, estoy intentando ordenar mis sentimientos y, al mismo tiempo, analizar la película de forma un poco más profunda que en una crítica "normal".


Visto el filme, no creo que nadie quiera sentirse identificado con este personaje. Está lejos del magnetismo de Hannibal Lecter u otros psicópatas cinematográficos. Es un pobre diablo. Un ser tristísimo, patético, sin amor y con problemas mentales muy graves. Alguien que mata porque no le han dado un abrazo a tiempo y porque no tiene dinero para comprar ansiolíticos. Este Joker no tiene nada de "antihéroe", ni del glamour de las versiones previas.


En los 90, tras la excelente "El silencio de los corderos" hubo una explosión de largometrajes donde los psicópatas tenían un papel ambiguo o donde eran, directamente, los protagonistas. Este tipo de cine parecía la base perfecta para construir un filme sobre el Joker con calificación para mayores de 18 años. Pero el director, Todd Phillips, no estaba interesado en eso. Estaba interesado en los clásicos de Scorsese (que, por cierto, son maravillosos). Películas incómodas que hablan de un momento muy concreto en la historia de América. ¿Como reconstruir ese tipo de cine, tan personal, tan único? Pues asumiendo que, quizás, nuestros errores son cíclicos y que no hay tanta diferencia entre 2019 y 1979.


Si hay un mensaje político aquí es, precisamente, contra la sociedad de la división, del "nosotros" contra "ellos". Que tenemos que prestar más atención a la gente que no entendemos en absoluto. Que tenemos que dejar de admirar a los radicales y a los asesinos. Que si seguimos por este camino vamos a crear monstruos. Ni siquiera se puede decir que la historia trate de "un hombre común y corriente que cae en la oscuridad", porque, sinceramente, Arthur tiene muy poco de común y de corriente. Es, desde el principio, una persona con enfermedades mentales diagnosticadas y que carece de sueños y esperanzas. Alguien que necesita ayuda médica urgente. Si sentimos empatía hacia él es, precisamente, por lo mucho que sufre. Su dolor y su mala suerte le hacen simpático, pero jamás admirable.


Todo esto me recuerda que las periodistas de "La Script" hicieron una crítica francamente lamentable (primero en vídeo y luego por escrito), donde demostraban su desconocimiento total de los mecanismos de la ficción cinematográfica. Consideraban al personaje un "héroe del pueblo", cuando es, claramente, un desdichado que no cree en nada ni en nadie. Comete asesinatos muy crueles, en los que rara vez existe la menor justificación, y en las últimas escenas se alza como el líder de una espeluznante revuelta ciudadana que dista mucho de ser la primavera árabe. El propio Bruce Wayne es situado en un plano moral superior, aunque sea solo por su papel de víctima, frente a un hombre que decide pasarse al bando de los verdugos.


A estas periodistas les había gustado la película, sí, pero sus razones eran absurdas. Ahora bien, ¿que esperar? Hablar de guión con ciertas personas es como intentar enseñar matemáticas a un armadillo.


Siento haber sido tan duro. Me gustaría poder hablar de esta película y SOLO de esta película. Pero creo que es un poco difícil no mencionar todo lo que ha rodeado su estreno. Me refiero, por supuesto, a polémicas prefabricadas y a opiniones desinformadas.


Mucha gente ha hablado de "Joker" habiendo visto solo el trailer. Algunos ya han tomado una decisión respecto a si es buena o es mala, lo cual es absurdo.


Yo mismo, por ejemplo, puedo decir que no siento especial interés en ver "The Rise of Skywalker" porque las últimas películas de Star Wars no me han gustado. Pero, ¿que clase idiota sería si dijera que es "horrible" o "una desgracia"? ¿Que derecho tengo a juzgar un filme que no solo no he visto sino que, posiblemente, ni siquiera ha terminado la fase de postproducción?


Hay quien incluso se ha atrevido a decir que "Joker" iba a provocar tiroteos en los cines. Que iba a animar a grupos armados de ultraderecha. Parece ridículo, pero el titular se ha extendido como un virus en Estados Unidos, hasta el punto de convertirse en poco menos que una profecía autocumplida. Y es que si un tarado con un arma quiere llamar la atención, le basta con meterse cinco minutos en internet y seguir las sugerencias. Esperemos que no ocurra nada, pero ya no sé que pensar.


El propio Todd Phillips, ha dicho "creo que hoy día la controversia es una moneda de cambio". Y no puedo estar más de acuerdo. Se inventan situaciones polémicas o controvertidas para obtener más clicks. La misma basura que hacía William Randolph Hearst a principios del siglo XX, pero en la era digital.


Lo más triste de todo esto es la aplicación de baremos morales al arte. Es decir: ya no hay buenas o malas películas. Hay películas del lado del BIEN y películas del lado del MAL. O estás conmigo o contra mí.


Esa actitud frente a la ficción es repugnante, inquisitorial y dogmática, y nos acerca a un moralismo muy peligroso en el cual cualquier obra de arte puede ser censurada o destruida por resultar "ofensiva" o "peligrosa".


¿Como puede nadie mantener una discusión semejante y no sentir auténtica vergüenza? Yo mismo en el pasado he juzgado películas más por lo que pensé que significaban que por sus valores cinematográficos. Ahora me arrepiento. No quiero formar parte de una tendencia tan destructiva.


Muchos de los medios de comunicación que han adoptado esta actitud (al menos en el mundo angloparlante) son de izquierdas. Sé que no parece inteligente decir las afiliaciones políticas de uno en púbico, pero ahí va: yo siempre me he considerado una persona de izquierdas. Y, a menos que me golpee en la cabeza, creo que lo seguiré siendo. Pero basta ya. Basta ya de estupidez, de mojigatería, de análisis infantiles y superficiales. Basta ya de dar lecciones como los curas. Basta ya de comportarnos como damas victorianas, siempre al borde del desmayo. Basta ya de tantas memeces. Así no solo no vamos a construir un mundo mejor: vamos a alejar a la gente sensata de nuestro lado.


Incluso se ha criticado la seriedad de la película y, lo que es peor, su ambigüedad. ¿Es que ahora todos tenemos seis años y tenemos que recibir las moralejas bien mascadas? Supongo que para algunos habría que quemar "La naranja mecánica" como quemaban los amigos de Alonso Quijano sus novelas de caballerías.


Que se critique una película por ser ambigua me parece odioso. La ambigüedad muchas veces es buena y necesaria y, en el caso que hoy nos ocupa, se trata de un elemento esencial en la propia trama.


Ahora bien, también me habría gustado que algunas cosas hubieran quedado más explicadas. No detalles del pasado de los personajes, ni de su posible futuro, sino cosas que ocurren en la propia pantalla.


Me gustaría saber si Arthur mata también al personaje de Zazie Beetz. Hay un corte raro en esa escena que no deja nada claro lo que ocurre. Me da la sensación de que un hombre trastornado, que acaba de descubrir su propia soledad, podría ser capaz de eso y de cosas peores. También me hubiera gustado saber por qué la escena final transcurre en Arkham, cuando, momentos antes, hemos visto a los payasos liberar a Arthur. ¿No era ese el final natural de la película? Y, hablando de finales y de principios, ¿era en serio necesario mostrar otra vez la muerte de los Wayne? De acuerdo, en este caso concreto hay un propósito temático detrás pero, llegados a este punto, ¿no es algo que hemos visto un millón de veces tanto en el cine como en la televisión? ¿No había otro modo de lanzar el mismo mensaje?


También me hubiera gustado que la película hubiese tenido más sentido del humor. ¡Después de todo, estamos hablando del Joker! Que yo recuerde, solo hay tres momentos que pueden ser vistos como pequeñas píldoras de humor negro. El primero es cuando Arthur pierde la pistola en el hospital infantil. Intuyo que el gesto de Joaquín Phoenix mandando callar a un niño es más idea del actor que otra cosa. El segundo es cuando el enano trata de escapar del piso de Arthur y no puede abrir la puerta porque la cadena está muy alta. Lo que ocurre es que toda esa secuencia está planteada de forma demasiado cruel y terrorífica como para que uno pueda reírse. El momento final, y quizás el más claro, es cuando suena "Spanish Flea" en televisión mientras Gotham se va al carajo.


No he hablado prácticamente nada de Joaquín Phoenix, porque muchas otras críticas se han centrado casi exclusivamente en él y me parece que sería dar vueltas en círculos al mismo asunto. Pero es cierto que el actor está totalmente desaparecido en su rol. Nunca le vemos a él, sino a Arthur Fleck. Casi parece un documental. Sentimos su dolor, su ira, su confusión y sus escasas alegrías. ¿Merece el Óscar? Quizás. A mi, personalmente, me parecería muy bien que lo ganase.


Respecto a la violencia: "Joker" no es tan violenta. En serio. No lo es. Pero sí que es realista. Más incluso que las películas de Nolan, que solo jugaban con el realismo en términos de diseño de producción, pero contaban historias muy cercanas a los comics de Neal Adams de los 70.


Es el realismo lo que provoca inquietud en el espectador, no los homicidios. Descubrir, de repente, que Gotham es un lugar auténtico con gente no muy distinta a la que vemos todos los días. Oler las calles llenas de basura y oír a las ratas arrastrarse por los callejones.


¿Acaso no era "Batman vuelve" violenta, extraña y grotesca? Sí, pero también irreal. Era una fábula dentro de una fábula. Phillips ha querido construir un relato ambientado en un 1981 perfectamente reconocible y eso le honra, por las dificultades que conlleva a nivel técnico y por las reacciones que sabía que podía provocar.


Recordemos que "Joker" ganó el León de Oro en Venecia. Aunque no he visto el trabajo de sus competidores, creo que es buena noticia que se reconozca el talento y el ir contracorriente. Y, por qué no decirlo, también debemos aprender a apreciar las obras incómodas.


Quiero volver a saborear los matices de la interpretación de Phoenix. Quiero volver a oír esa magnífica banda sonora. Quiero volver a disfrutar con la maravillosa fotografía de Lawrence Sher (que, por cierto, ya hizo un gran trabajo de "Godzilla: Rey de los monstruos"). En definitiva, quiero volver a ver la película. Y quizás, cuando lo haga, cambie completamente de opinión. Intuyo que, sin expectativas, me gustará mucho más.


Quizás sea sea ese el mejor halago que se pueda decir del Joker de Todd Phillips y Joaquin Phoenix: que quiero volver a ver la película.







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